jueves, 24 de mayo de 2012

EL INFIERNO DEL NORTE por Joseba León

En auténtica primicia, sin correcciones y sin censuras, aquí tenéis esta brutal y desgarradora crónica de la experiencia vivida por Joseba León este año en Los 10.000 del Soplao. Seguro que al leerla se os pondrán los pelos como escarpias…


Desde que era niño pequeño no tiritaba de semejante manera, y creo que es la primera vez en mi vida que estoy experimentando una situación real de supervivencia. Me he bajado de la bicicleta porque soy incapaz de sujetar el manillar y a cada paso que doy recibo un chasquido en mis congelados pies. Las pastillas de freno están gastadas y los cables del cambio atascados, aunque eso da igual porque mis inertes dedos son incapaces de accionar los mandos. Quiero abandonar, pero no puedo retirarme porque no encuentro ni un vehículo ni una casa ni un ser humano que me pueda socorrer.

De repente el destino me sonríe; un punto de control con un cobertizo donde preparan sopa caliente. Por instinto introduzco mis manos dentro de la cazuela y el barro de los guantes se disuelve con los fideos. La sorprendida cocinera me amenaza con el puchero mientras yo balbuceo sonidos sin sentido porque el frío me impide articular palabra. A continuación vierto toda la cazuela de sopa caliente por mi pecho y del gustazo aprovecho además para hacerme pis encima. Me da igual que los atónitos espectadores piensen que soy un demente trastornado, es una situación extrema y lo importante es que mi sangre vuelva a circular por las extremidades y la carne recupere calor.

Superada la hipotermia vuelvo a pensar con lucidez: Atención al camino, come, bebe, regula, cuidado con la musculatura... Son muchas las horas de ruta y pocos los que terminan. El cuerpo aguanta más de lo que uno imagina, pero la cabeza te puede jugar malas pasadas: Me pregunto en qué puesto iré y cuanto me sacará el primero, no sé si esperar a los de atrás o intentar irme en solitario, tengo miedo por lo que pueda pasarles a mis amigos y me arrepiento de haber convencido a mi amada para meterse en esta trampa mortal. Si saldría un rayo de luz..., pero todo está oscuro y mojado.

Llego a un punto del recorrido en el que yo vuelvo y los demás participantes aun van, los muy insensatos no saben lo que se van a encontrar y trato de advertirles: -¡No vayáis, daros la vuelta, volved!!!-. En una cuneta hay un biker pidiendo ayuda desesperadamente, el frío le ha inmovilizado y es incapaz de abrocharse su goretex. Decido parar a socorrerle a cambio de un poco de aceite para mi cadenilla que roza la muerte mecánica, y cuando le enebro la cremallera me da las gracias como si le hubiera salvado la vida.

Más adelante distingo entre la espesa niebla una silueta similar a la mía, con mi misma bici y el maillot idéntico al mío. Me pregunto si estaré delirando a causa de las bajas temperaturas, e intento darme alcance a mi mismo para descifrar tal misterio. En seguida compruebo que es mi compañero de equipo, el pobre está sucio sudado y escupe barro por la boca, pero en ese momento me dan ganas de besarlo y abrazarlo. Los últimos kilómetros son muy duros y entre los dos se harán más llevaderos.

En meta el espectáculo es de película de Hollywood; los hipotérmicos aguardan para entrar en el hospital de campaña mientras los sanitarios reparten cientos de mantas térmicas, los familiares buscan en las listas de los aparecidos y por megafonía indican uno a uno el nombre de los que van llegando, protección civil se prepara para una posible emergencia y el organizador corre de un lado a otro con los pantalones empapados. Pero lo que más me sorprende es ver a todos los vecinos del pueblo en a la calle a animando y honrando a los valientes. Por fin El Infierno del Norte se ha convertido en un día épico para recordar.

Aun desconozco porque se titula Los Diez Mil del Soplao y aun no comprendo porque todos los años se reúnen miles de peregrinos y ciclistas en un pueblo llamado Cabezón de la Sal.

No lo entiendo, pero me gusta...

martes, 15 de mayo de 2012

Raid Lozoyuela (2ª parte) por Oscar De La Fuente

RAID LOZOYUELA (2ª PARTE) por Oscar De La Fuente


Tal y como os contaba al final de la primera parte de este relato, el siguiente segmento que elegimos para seguir disfrutando de este apasionante raid fue el de BTT+Pruebas especiales. A priori la bici debería, al menos eso es lo que pensábamos nosotros, irnos mejor que el treking. Pero, casi siempre hay un pero, la sección elegida ahora no solo era BTT, había más cosas.... -las pruebas especiales- ¡osú mi arma....!.

Según la Hoja de Ruta, aquí deberíamos picar todas las balizas para conseguir los puntos exigidos. Así que no nos devanamos mucho los sesos en descartar nada, como somos unos “machotes” había que hacer todas las pruebas de la sección y punto. Mira que bien, así no teníamos que pensar, ni preocuparnos por pasar algún detalle por alto.

Las PE eran kayak, escalada y rapel. La canoa se realizaba en el pantano El Atazar, para llegar hasta allí era obvio que había que coger la bici. Pero la escalada y el rapel se hacían en la misma estructura de la escalerucha y de la tirolina en la plaza de Lozoyuela.

Al fichar en la mesa de control vimos que apenas había dos parejas escalando en el rocódromo portátil. Así que otra vez fuimos “palla” como las vacas al agua. También nos daban 3 puntos por estas dos pruebas. Tres puntos muy golosos, así que a “Osquítar-araña” no le quedó más remedio que ponerse otra vez el arnés y recordar viejos tiempos.

La mayoría de participantes y organizadores decían que la escalada no era muy complicada, pero yo tenía mis dudas. Éstas se disiparon un poco al ver que el escalador que negociaba el rocodromo delante de mí era una chica. Lo estaba haciendo francamente bien, su técnica era muy buena lo mismo que su trasero.

Ahora me tocaba a mí. Perico le dijo al encargado que hiciese el favor de asegurarme él. No puso ningún reparo al verle los esparadrapos en las manos. El casco de Calimero me apretaba horrores, me lo quite y el mismo encargado me lo ajustó a mi medida, ¡qué alivio!. He de comentaros que no es la primera vez que escalaba, hice mis pinitos en otra época de mi vida por tierras catalanas, cuando era bastante más joven y probablemente más irresponsable. No tengo reparos en confesaros que mi nivel era normalucho, no conseguí aprender ni avanzar mucho, lo mío era más bien la fuerza bruta.

A lo que vamos tuerta (que luego Carmelo me dice que me enrollo mogollón cuando lee mis relatos). Respiré hondo y empecé a escalar. Para haber pasado más de dos décadas desde la última vez que me puse unos pies de gato, la verdad es que no se me dio nada mal, y encima con 20 años más en la talega... -modesto que es uno-. Cuando llevaba escalado aproximadamente la mitad del rocódromo, la presa donde tenia apoyada la pierna izquierda se giró. Me di un buen golpe en la espinilla. Estuve a punto de soltar un pedazo de juramento de la o..., pero me di cuenta que justo a mi lado estaba rapelando la del culito bonito, ¡por Dios..., que hubiese pensado de mí, si soy un caballero!. Pero lo que realmente hirió mi orgullito de escalador venido a menos fue, que algunos de los presentes incluido el que me aseguraba creyeran y manifestaran que había sido fallo mío. Se equivocaron de lleno, pero no les dije nada para no parecer el típico listillo que busca excusas en todo, no le di ninguna importancia. Además aquí lo importante y mi objetivo prioritario era llegar arriba, y no entablar discusiones absurdas colgado de una pared.

Una vez arriba el mismo tío que me ató a la tirolina me preparó para el rapel. Seguía pareciendo que sabía muy bien lo que hacía, pero no por eso aumentó mi confianza en él. Bajé en un pis-pas. Rapelar no es muy difícil, la gravedad hace prácticamente todo el trabajo, además como todos ya sabéis para abajo hasta la m... corre.

Lo siguiente que hicimos fue coger las bicis e ir a la furgoneta. Allí nos preparamos para la transición y también nos comimos un bocadillo de tortilla de atún con pan sin sal, que mi parienta Anabel amablemente me había preparado con mucho cariño la noche anterior.

No tardamos mucho en determinar el orden de visitas a las distintas balizas de BTT. Curiosamente coincidió escrupulosamente con el orden numérico de las mismas, mejor... –menos que pensar, que si no se nos complica el contar-. Para llegar a la primera, es decir a la nº 1, fuimos a tiro hecho puesto que ya la teníamos localizada. Os acordáis, la que picó por error aquel raider-ciclista que nos encontramos cuando realizábamos el treking, -je, je ... que bien nos vino-.

Nuestros augurios se cumplieron. La BTT se nos dio bastante bien. No cometimos prácticamente ningún error. El ritmo de ejecución fue bueno sin apenas tiempos muertos por dudas o toma de decisiones. No hay apenas anécdotas que contar. Estoy tratando de recordar algo curioso o anecdótico que contaros pero no me viene nada a la mente. Fue todo muy normalito, salvo por algún comentario gracioso de Perico recordando el pan sin sal del bocadillo.

Cuando pasamos por El Berrueco adelantamos a una calesa tirada por cuatro lustrosos corceles. Se dirigía a recoger a una pareja que iba a empezar otro tipo de aventura completamente diferente a la que estábamos realizando nosotros. Y nos llaman locos o excéntricos a nosotros por lo que hacemos. Enfrascarse en el matrimonio, ¡que pedazo de aventura!. Bastante más larga, dura y tediosa que cualquier otra, a priori para toda una vida, eso, eso sí que es de locos, ¿no creéis?. Bueno, que cada cual haga lo que quiera, por encima de todo me gustaría ser respetuoso. Además hay algunas de estas aventuras que van viento en popa. Según mi modesta opinión deberíamos dar la enhorabuena a los que las terminan y no ya tanto a los que las empiezan.

Todo lo bien que se nos dio el BTT, se nos dio de mal la canoa. Los primeros compases en el recodo del embarcadero más o menos bien pero cuando salimos a mitad del pantano, ¡ostias Pedrín!. Hacía bastante viento, las olas que formaba eran bastante considerables. Rompían con bastante fuerza contra la piragua haciendo muy difícil su gobierno. Yo nunca me había visto en semejantes circunstancias, tuve una especie de presentimiento negativo y me acojone. Le dije a Perico que igual nos teníamos que volver por donde habíamos venido. Éste me contesto que no era para tanto, que remara con cojones y que me olvidase del miedo. Como no somos especialistas, nos costaba Dios y ayuda mantener el rumbo. Trabajamos mucho y mal para llegar a las balizas, o al menos es lo que me pareció a mí. La falta de costumbre, la postura, el ir calados hasta los huesos, el frio y la tralla que traíamos, todo esto influyó negativamente en nuestro estado físico. Cuando me bajé para picar la primera de las balizas tenía las piernas entumecidas y agarrotas. Caminar se convirtió en un duro y doloroso ejercicio, correr ni se me pasó por la cabeza. Vimos a unos cuantos raiders salir del embarcadero y su forma de andar, poco fluida y tambaleante, delataba que lo que les pasaba era algo muy parecido a lo de mis sensaciones.

Después del kayak picamos la última del BTT. Al aproximarnos a Lozoyuela por una estrecha senda nos pasó una cosa bastante graciosa. Yo pedaleaba por delante, llegué a un seto con un pequeño portillo por donde teóricamente seguía la senda, me asomé para ver lo que había al otro lado, aprecié que la senda seguía hacía la derecha pero parecía quedar cortada en pocos metros por una valla alta de alambre. Al otro lado y un poco alejados vi también a cuatro raiders en apariencia arreglando un pinchazo. Cuando llegó Perico a mi altura le dije que no debíamos pasar por el portillo del seto puesto que la senda quedaba cortada al otro lado. Por lo tanto no nos quedaba otro remedio que seguir por el costado de la pared, parecía lo correcto ya que había marcaba otra senda. Enseguida llegamos a un rincón sin salida. Ni cortos ni perezosos escalamos con las bicis y de cualquier manera el seto que nos impedía seguir nuestro camino. Al hacerlo nos vieron los raiders del pinchazo y descojonandose nos dijeron: ¿pero que cojones hacéis, estáis tontos o qué?, ¡mira que os gusta hacerlo difícil!, porque os complicáis tanto si tenéis una puerta justo ahí. ¡Coño!, -con perdón-, era verdad, había una puerta grande y abierta en la valla de alambre y yo no la había visto, ¡seré gilipollas!. Lo de menos era el tiempo perdido y el esfuerzo de saltar, lo que nos fastidió (pero solo un poquito) es que fuéramos el hazme reír de estos cuatro abisinios. Bueno, nosotros no pinchamos ninguna vez, ¡chinchad abisinios!.
Llegamos otra vez a la mesa de control. Ahora solo nos quedaba una sección por realizar. Cuando consultamos la Hoja de Ruta y vimos el mapa que nos dieron se nos bajó la poca alegría que nos quedaba a los píes. Desilusionante, tan solo nos quedaban tres cuartos de hora de tiempo oficial y este segmento era bastante extenso. Arrecidos y fatigados, daba la sensación de que necesitaríamos un día entero para realizarlo. Las chicas de la mesa control derrochando simpatía por los cuatro costados nos animaban y nos instaban a que nos pusiéramos en marcha ya, puesto que el tiempo apremiaba.

La prueba en cuestión era la denominada: Mixta. Consistía en la mezcla de dos disciplinas, BTT y Orientación individual con la prueba de arco. 14 puntos en juego todavía, ahí es nada. Analizamos la situación. En un arrebato poco inteligente de optimismo le dije a Perico que lo mismo podíamos picar las cuatro balizas de la BTT. Más sensato y menos optimista, éste me contestó: si cogemos una o dos vamos que chutamos. Primero fuimos a por la más asequible por un tramo de carretera. Una vez allí era imperativo replantear nuestra estrategia, el tiempo se esfumaba escandalosamente limitando muchísimo nuestro margen de actuación. Decidimos intentar una más y dirigirnos a meta. Cuando enfilábamos ésta última nos cruzamos con Urbano y Juanillo. Dos amigos Comelobos que también participaron en este Raid.

En meta, cambiando impresiones, los susodichos Comelobos nos comentaron que no se les había dado muy bien del todo el Raid. Nos dijeron que habían perdido mucho tiempo en un túnel buscando una baliza y encima no la encontraron. ¿Un túnel...?, ¿qué túnel...?, ¿donde había un túnel?... (Estoy bromeando). Tranquilos les dijimos, eso no ha sido nada, y con cierto énfasis y excitación les contamos nuestra desventura vivida en el famosito túnel.

Al final acabamos bastante cansados pero contentos. La valoración global del Raid ha sido bastante positiva. Entendemos que nos falta preparación y aprender mucho todavía, pero aun con todo, nuestra posición en la clasificación no fue mala del todo, conseguimos colarnos en el Top-20.

Hasta la próxima mis queridísimos y pacientes lectores.

FIN

miércoles, 9 de mayo de 2012

Raid Lozoyuela (1ª Parte) por Oscar De La Fuente

RELATO RAID LOZOYUELA por Oscar de la Fuente


Si de algo podemos estar seguros, nos ha quedado ampliamente demostrado, es de que en un Raid de Aventura como el que disfrutamos el pasado sábado en Lozoyuela lo que precisamente tiene hasta saciarte es aventura. Por descontado, ya sabemos que hay raids más bestias y salvajes orientados a gente de otro planeta; de esos tan espectaculares cuyos reportajes vemos alguna vez por televisión. Pero el que nos ocupa, destinado a gente más normal puede, os lo garantizo, colmar la sed de aventura de cualquier mortal.

Por muy preparado que pienses que estés, por muy listo que te creas, por más que subestimes este tipo de eventos, un raid de estas características puede ponerte en tu sitio a las primeras de cambio aplicándote una cura de humildad de muchos bemoles. Luchas contra hombres como rivales y como organizadores, pero la verdadera batalla la libras contra ti mismo y contra el entorno. Tu preparación, tu instinto y tu personalidad pueden que te ayuden o pueden que te compliquen la existencia al intentar llevar a buen puerto tus objetivos. Como en prácticamente todas las facetas de la vida, (ya hablé de ello en un alegato de Yo Biker), y aquí todavía más si cabe, hay que tener muy presente el siguiente concepto: La Naturaleza es la que manda. A mi me falta mucho todavía, estoy aprendiendo, pero seguro que un buen raider entiende esto, y enfoca sus esfuerzos respetando y mimando a esta “señora” como si de su propia novia se tratase para obtener buenos resultados en este tipo de eventos.

Después de este royo filosófico, y como seguramente lo que queréis es leer las divertidas anécdotas del día y echaros unas risas (hay muchas, para nada nos aburrimos), sin más demora vamos a ello.

A mi compañero de fatigas Pedro Alzaga ya no hace falta presentarlo, mi par en mi primer raid, ha sido también mi par en este mi segundo raid. No voy a enumerar otra vez las virtudes de este tío para no parecer de pecar de pelota, pero os diré con el corazón en la mano, que para mí es el tipo de compañero ideal para éste y otros muchos menesteres.

Como somos unos machotes, elegimos la categoría reina (por denominarla de alguna manera, porque todas se las traen) para inscribirnos en el evento: R2 o raiders 2.
Dividida en cuatro segmentos o secciones, tendríamos ocho horas por delante para sacar lo mejor de nosotros mismos. La organización nos entregó una Hoja de Ruta con el esquema de las pruebas. Mientras escribo estas líneas, la tengo aquí a mi lado, no os podéis imaginar la de cucazos que me estoy dando y lo que me arrepiento de no haberla consultado más veces a lo largo de toda la prueba; ¡joder, pero si viene todo muy bien explicadito en ella!. Como íbamos de sobradotes pasábamos olímpicamente de mirar tanto papelito y tanta historia; de gilipoyas esta el mundo lleno y nosotros no íbamos a ser menos., la ignorancia y la estupidez son derechos no obligaciones, aquí nosotros esta claro que revindicamos nuestros derechos.

Como en todo proyecto que se precie, el estudio de su programación es fundamental. Y por ahí es por donde empezamos, decidiendo el orden de realización de los sectores. Como la estructura del evento era nueva y un tanto engorrosa para nosotros que no traíamos los deberes hechos, empezamos a preguntar a todo Dios como funcionaba esta historia, parecíamos malos estudiantes media hora antes del examen, seguramente alguno de nuestro interlocutores pensaría: “de donde cojones se habrán escapado este par de abisinios”. Enterados de que la primera sección era obligatoria en orden y realización nos centramos en las siguientes dando por concluida nuestra estrategia de carrera.

Después de algo que llaman “brefing”, o algo parecido, (explicaciones resumidas y puntuales por parte de la organización de en que consiste el evento, donde los menos avanzados no nos enteramos de nada y si a mano viene todavía te lían más. En parte por culpa de Fermín, un galgo que rozó mi pierna en esos momentos y al que dije ¡“tússso”!, no pareció gustarle a su dueño esta denominación, diciéndome que se llamaba Fermín. Le conteste que Fermín no es un nombre de perro, que mi mayordomo se llama así y podía sentirse ofendido si se enterase que hay perros a los que les llaman como a él.) comenzó la cuenta atrás de una dura e inolvidable jornada de raid.

Primero, salida en bloque de los “machotes”. Había que coger un plano-mapa de Lozoyuela para intentar picar 5 balizas de ocho posibles en el menor tiempo posible. El mapa lo cogimos pero ni lo miramos, adoptamos el papel de oveja y como auténticos borregos seguimos a la marabunta pensando que nos iban a resolver la papeleta. Que triste y penoso comportamiento, los primeros coletazos de la prueba y estábamos mas despistados que un h... p.... en el día del padre. Teóricamente deberíamos seguir unas líneas coloreadas por las calles de este pueblo, los puntos donde se encontraban las balizas no estaban definidos, pero según la organización siguiendo estas trazas deberíamos dar con ellas. Cuando ya no había más marabunta que seguir echamos mano de nuestro instinto primario y por fin miramos el plano. ¡Joder, pero si están todas las calles coloreadas!. Sí no dimos dos vueltas al pueblo para picar las 5 balizas obligatorias poco faltaría, de verdad, patético.

Como ya teníamos preparado nuestro siguiente paso, en la mesa de control elegimos la sección de Treking + Prueba especial. Aquí deberíamos conseguir 12 puntos de 15 posibles en el supuesto que quisiéramos luchar por la clasificación general. Si realizábamos la especial nos daban 3 puntos, y “palla” fuimos como las vacas al agua. Técnicas de escalada y tirolina en una estructura dentro de la misma plaza del pueblo, en eso consistía esta PE.
No había mucha peña en la cola por lo que la decisión fue rotunda, había que hacerla ya. Pedro, el más indicado y más valiente, no reunía condiciones para enfrentarse a este reto, arrastra molestias en un hombro debido a una mala caída de bici por lo que decidimos unánimemente que ni lo intentara, solo quedaba un servidor para afrontar el desafío, eran 3 puntos valiosísimos y tampoco me parecía a mí la cosa del otro mundo esta historia. Me puse el arnés y un casco de Calimero y empecé a trepar por un escalerucha. Ésta estaba compuesta por dos cables y unos travesaños de alambres donde a duras penas entraban mis súper zapatillas de corredor. Mi Par me aseguraba desde abajo. No había hecho esto en mi vida, la escalerucha de los Play-móvil se meneaba más que la cadenilla de la cisterna de un wáter. El ir asegurado te da un plus de seguridad pero la cagalera no te la quita nadie. Una vez arriba de la estructura un tío con pintas de saber lo que hacia, pero que sinceramente no me daba ninguna confianza, me amarró a las dos cuerdas de la tirolina y me dijo que me lanzara para abajo como si tal cosa. Cuando mis pies tocaron el suelo por fin respiré, y como soy un “machote” disimulando mi nerviosismo le dije a mi Par: “¡vah, esto esta tirao!.”

A continuación ultimamos el orden de aproximación a las balizas que nos interesaban dentro del treking. Había que tener muy en cuenta que no deberíamos picar todas, así que a bote pronto descartamos tres, puesto que ya teníamos los tres puntos de la PE. Se lo recalque insistentemente varias veces a mi par, no debíamos ni podíamos permitirnos el lujo de fallar en algo tan básico, aunque dada nuestra trayectoria de todo podía pasar. Nos pusimos en marcha a trote borriquero, por delante teníamos unos 17 km aproximadamente de duro y salvaje pateo. Como este ejercicio no es nuestro fuerte, era obvio que el ritmo de ejecución del mismo condicionaría nuestro desgaste físico, por lo que en teoría no deberíamos forzar la máquina bajo ningún concepto.

Picamos en 2 o 3 terminales sin mayores consecuencias. De pronto nos dimos cuenta que nuestros cálculos estaban equivocados (ya empezábamos, la primera en la frente), una de las balizas que descartamos valía dos puntos, por lo tanto deberíamos replantear nuestra estrategia otra vez, decidimos incluir una de las más cercanas y seguir descartando la de valor doble por su alejamiento, para así intentar arreglar este contratiempo. ¡Hasta en la hora que se nos ocurrió incluir esta última!, ¡su p... madre, la de quebraderos de cabeza que nos dio!. Para empezar la representación en el plano de la misma era diferente a todas las demás. Como soy un tío “muy listo” ya me había informado en la salida de lo que significaba este formato. Se lo pregunte a una chica que tenía cara de lista, me dijo que este tipo de balizas son de orientación pura y dura, es decir de rumbo, vamos de tirar de brújula. Brújula ¿que es eso?. Perico llevaba una por exigencia del reglamento, pero su función era más decorativa que otra cosa. A nosotros nos gusta la orientación a pelo. Sin pretender ofender, y pecando un poquito eufemísticamente de nuestra condición de sexo masculino entendemos que esos aparatos son para las chicas, ya que es de todos conocido, incluso creo que esta demostrado científicamente que los genes del individuo femenino de la raza humana están mas atrofiados en cuanto a capacidad orientativa se refiere (chicas nos os enfadéis, no me lo tengáis en cuenta, vosotras tenéis otras cualidades que superan con creces a las de los machotes).
Para que nadie piense que esto está adquiriendo tintes sexistas voy a seguir el hilo de la historia, ¿dónde estábamos?, ¡ah, sí!, en la última baliza. Bueno, a por ella, orientamos el mapa, cogimos referencias y campo a través nos dirigimos donde supuestamente estaba. Al aproximarnos descubrimos que en las inmediaciones había una vía férrea y un túnel. En estas rebuzno un jamaro y Perico dijo: “que viene el tren”. ¡Joder, Pedro si ha sido el rebuznazo de un burro, no me jodas confundir un boche con el tren!, dije yo. No discutió esta cuestión, dado que acto seguido leímos en la hoja de ruta que la vía era una vía muerta, así que difícilmente iba a venir ningún tren por allí. Desde lo alto de un terraplén vimos a cuatro raiders encima de la boca del túnel y les preguntamos que donde se encontraba la baliza. Nos dijeron que se encontraba dentro del túnel. Recelamos un poco de su respuesta dado que en este tipo de juegos también se pueden hacer trampas, y depende con quien topes, ya sabes. En cualquier caso la boca del túnel no estaba lejos, no perdíamos mucho por echar un vistazo.

El ansia, la inexperiencia, la tontería, las circunstancias, yo que sé, todo se junto y se alió para jugarnos una mala pasada, una broma pesada del destino que a la postre seguramente nos hizo perder muchos puestos en la clasificación final. Lo que debería haber sido cosa de coser y cantar invirtiendo tan solo unos dos o tres minutos, se convirtió en una autentica pesadilla, traducido en una perdida de tiempo bastante considerable, media hora larga, y seguramente me quede corto por las consecuencias que acarreó. Pero, como las escusas es lo último que debería salir por la boca de un autentico raider, fijaros digo “autentico” y no bueno, dado que mis aspiraciones son las de ser primero autentico y luego bueno, me voy a dejar de tanto royo y explicaros de una vez lo que pasó.

Realmente la baliza se encontraba a unos cien metros de la entrada del túnel. Pero eso no lo sabíamos. Me ofrecí voluntario para ir a buscarla con la linterna del móvil. Perico dijo que tenía el frontal en la mochila y que ya se metía él. Dos raiders que se encontraban allí nos dijeron que sus compañeros ya llevaban un buen rato dentro buscándola. Posiblemente este comentario hizo que inconscientemente Perico pensara que la baliza se encontrase muy adentro, y obviase el testeo de los primeros metros pasando de largo la misma. Pasando de largo…, muy de largo…, muchísimo de largo…, según sus cálculos entre dos y tres kilómetros de ida y lo mismo de vuelta, por lo que tardó, no iría muy equivocado. Como no hay mal que por bien no venga, a parte de aprovechar para almorzar, descubrí otra jugarreta que nos tenía preparada la organización. Repasando el mapa y el posicionamiento de los terminales que nos quedaban por picar me di cuenta que uno de ellos no estaba representado en el mapa, pero sí que venia en la hoja de ruta. No era ningún error, al contrario era algo muy premeditado y muy preparado. Consistía en una baliza de las denominadas ocultas y que tienes que encontrar atendiendo a las observaciones de tu hoja de ruta (ahora entenderéis lo que comentaba antes sobre la hoja de ruta. Saber leer no tiene porque ser importante, pero entender lo que se lee, eso, eso sí que es importante). Se lo comente a uno de los raider que me acompañaba en la boca del túnel, creo que todavía me lo esta agradeciendo ya que él todavía no se había percatado de semejante estratagema.

Lo peor estaba por llegar. A su regreso por el túnel, Pedro cruzó su destino con la fatalidad, la mala suerte se cebó con él, metió la pata, y nunca mejor dicho, en una arqueta de desagüe abierta que no vio. El trompazo fue mayúsculo y las consecuencias se reflejaron en forma de heridas en sus manos y muñecas. No pareció darle mucha importancia, chapa y pintura dijo. No sé si egoístamente, pero me interese por su estado, le pregunte si le dolía alguna parte más del cuerpo y si podía continuar el raid. De momento no hay problema me curo esto y continuamos, me contestó.
Desde estas líneas quisiera agradecer la ayuda a una pareja mixta que amablemente nos brindó en forma de betadine y esparadrapo. Nos vino muy bien para arreglar un poco la chapa y la pintura de Perico.
Arrancamos un poco tristes y desanimados por lo sucedido, conforme nos alejábamos la pareja de antes nos deseo suerte. Es muy reconfortante encontrarte este tipo de personas en estas circunstancias, gracias pareja anónima por vuestra atención.
Perico es duro como las piedras, ni mencionó, ni se lamentó, ni se quejó en ningún momento en todo lo que restó de raid por el incidente y sus consecuencias. Irónico hasta más no poder, me hizo un comentario jocoso de lo que le hubiese dicho su padre si le hubiese visto en estas circunstancias. ¡Joder que risas!, con más heridas y raspaduras que “El Pupas” y con semejantes ganas de bromear, ¡este tío es la leche!.

Las dos siguientes balizas se nos resistieron más de la cuenta. En parte por chulos y en parte por descolocación sobre el terreno. Actuar a loco en orientación no es lo más recomendable. Cuando se nos acabó la tontería empezamos a pensar, que es precisamente lo primero que hay que hacer y no al revés, y enseguida dimos con ellas. La que os comentaba antes que estaba oculta, encontrarla no supuso ninguna dificultad, fue como un juego de niños.

La buena suerte también se manifiesta de vez en cuando, tal y como nos pasó a continuación. Recorríamos a galope tendido una senda en busca de otro objetivo cuando nos topamos con un raider-ciclista. Estaba esperando a su Par, ya habían terminado el treking (se ve que eran unos tíos muy finos) pero estaba un poco desilusionado. Habían picado equivocadamente una de las balizas de BTT en el segmento del Treking, puesto que se encontraban muy juntas una de otra y no se percataron de su numeración (-primero pensar-, luego actuar,-estas cosas no solo nos pasan a nosotros, ¡que consuelo!). Según él, esto por lo visto les penalizaría, de ahí su tristeza. Gracias al error y a la sinceridad de este raider conseguimos no meter la pata. Yo era el encargado de fichar con la tarjeta electrónica en los terminales pero no hacia ni puto caso a sus referencias. Fijo, fijísimo mozo, que hubiésemos cometido el mismo fallo que ellos. Lo bueno, aparte de no meter la pata, es que ya teníamos localizada una del BTT.

La nº 10 del treking estaba colocada a mala leche en la rama de una vergalera justo encima de una poza en un arroyo. Picarla implicaba que te mojases, sí o sí, hasta las rodillas o más. Al entrar a por ella casi me mango un buen tortazo, resbalé en una roca mojada y perdí el equilibrio, menos mal que solo fue un susto. Mi súper zapatillas de corredor no son tan buenas como parecían (Lo mismo me paso por el “De cartón” y les digo que me devuelvan el dinero que me costaron).

Después de cuatro sofocantes horas por fin acabamos el segmento del treking (cuatro horas dando patadas por el monte, ¡que barbaridad!). La siguiente sección que elegimos fue el del BTT+Pruebas Especiales.

Tendréis que disculparme, el resto de la historia todavía no lo he escrito, ira en otra entrega, gracias.